Ticiano
Vi la camiseta de los ángeles de Ticiano hace ya mas de dos meses en el Prado. La fiché como regalo muy probable para estas Navidades, pero no la compré entonces por si al final veía algo que le pudiera gustar más (el regalo de este año tendría que ser algo especial: no por grande o por pequeño, no por caro o barato. Algo personal, que le guste, que pueda llevar o ver...).
Me decidí por la camiseta. La fecha prevista: Nochevieja, que es cuando le hago el regalo de navidades desde hace años. Como trabajé los días 29 a 31y los tenía muy cargados de asuntos pendientes, pensé que en la tienda del Reina Sofía tendrían los mismos productos que en El Prado y que ya que se puede aparcar bien en el subterraneo, podría aprovechar una gestión fuera de la oficina que tenía el Martes 30 para escaquearme un rato y comprarla allí (ademas la tienda del Reina Sofía está antes del acceso con entrada y me ahorraba comprarla: gasto parking, pero no entrada).
Lo hago. Mientras aparco en el museo, me llaman al móvil: me esperan en la planta de Dirección para una gestión. Subo corriendo, me acerco a la puerta del Museo, no hay gente (?). MARTES CERRADO. Y el día 31 de Diciembre es día de fiesta en el Museo (sólo cierran tres o cuatro en todo el año, y tiene que ser uno de ellos¡). Inutil ir al Prado: los Martes es día de descanso de los Museos (me llega el recuerdo tipo flash de la juventud: la revista de novedades del Louvre se llamaba "Sauf Mardí", 'excepto Martes'. Los Martes cierran todos los Museos). Se chafó el regalo para la Nochevieja. Regreso a la oficina cabreado. La gestión en la planta de Dirección era una chorrada que podría haber esperado...
Bueno, se la regalaré por Reyes.
Este fin de semana, ella ejerce a rajatabla el preacuerdo de separación: la segunda mitad de vacaciones los chicos 'son' para mí. Eso complica la movilidad, teniendo en cuenta que vivimos (bueno, ella y los niños...) en las afueras de Madrid. Decido ir el Domingo por la mañana con ellos: les doy una vuelta por la planta baja, vemos las Meninas y con la complicidad del mayor distraemos al peque -que aun no está en la pomada de esto de los Reyes- y me acerco a la tienda del museo. Hecho.
Doy una vuelta por delante del Museo mientras busco sitio para aparcar: una cola impresionante para ver la exposión de Manet y algo mas discreta para entrar al Museo. Cuando voy por Moyano, ella llama al teléfono. Desconcertada (y algo mas) porque no había previsto que no estuvieramos en casa; ha venido con su familia que se va de viaje de vuelta despues de pasar juntos la Nochevieja y quieren despedirse de los niños. Sin haber bajado del coche, vuelta a casa.
Lunes 5, última oportunidad. Después de dejar la compra hecha para la semana y organizada la comida, vuelvo solo al Reina Sofía. Hay cola para entrar, pero como voy a la tienda entro directamente. !Que te lo has creido¡ Una señorita uniformada y con aparato de ortodoncia me obliga a hacer la cola, impasible a mis explicaciones desde el otro lado del cristal. Son las 12 y media; antes de las cuatro tengo que estar en casa para acompañarla a ella con el pequeño al dentista. 10 minutos de cola. Justo al llegar otra vez a la puerta de cristal la cancerbera de la ortodoncia es sustituida por otra, mas laxa: un sujeto en mis mismas circunstancias de hace 10 minutos es autorizado a hacer lo que yo no pude. Bueno, llego a la tienda y no venden mas que los productos del propio Reina Sofía. Si tuviera otro carácter pediría ver al Director Comercial del Museo para explicarle su nefasta política comercial, que le lleva a malgastar espacio de tienda en un sitio carísmo de Madrid en exponer artículos gilipoyas que no comprarán ni los turistas japoneses, en vez de vender unas bonitas camisetas del Prado que le quitarían de las manos...
10 minutos de paseo hasta el Prado. Al llegar no hay cola. No hay nadie. La puerta cerrada. LUNES CERRADO (y ademas, este Museo estuvo abierto el día 31 de Diciembre por la mañana)
Reconozco que debe tener su lógica. Prado los Lunes, Reina Sofía los Martes. Asi no se pierden turistas. Pero llamaría a los Directores de ambos museos para que pusieran unos bonitos carteles: "El día de descanso semanal de este Museo, puede Ud. visitar El Prado/El reina Sofia, porque para evitar pérdida de visitas y desencantos a nuestros queridos turistas aplicamos el sistema de cierre alternativo entre ambas pinacotecas públicas".
Cabreado con la situación, conmigo, con todos; si hubiera hecho..., si hubiera sabido..., si hubiera investigado... si no hubiera pre-supuesto, si el Domingo hubiera... Lamentaciones y otra vez vuelta a encontrar actitudes propias que evidencian la responsabilidad de lo que a uno le pasa.
Y a improvisar una estrategia de regalo diferente.
Me decidí por la camiseta. La fecha prevista: Nochevieja, que es cuando le hago el regalo de navidades desde hace años. Como trabajé los días 29 a 31y los tenía muy cargados de asuntos pendientes, pensé que en la tienda del Reina Sofía tendrían los mismos productos que en El Prado y que ya que se puede aparcar bien en el subterraneo, podría aprovechar una gestión fuera de la oficina que tenía el Martes 30 para escaquearme un rato y comprarla allí (ademas la tienda del Reina Sofía está antes del acceso con entrada y me ahorraba comprarla: gasto parking, pero no entrada).
Lo hago. Mientras aparco en el museo, me llaman al móvil: me esperan en la planta de Dirección para una gestión. Subo corriendo, me acerco a la puerta del Museo, no hay gente (?). MARTES CERRADO. Y el día 31 de Diciembre es día de fiesta en el Museo (sólo cierran tres o cuatro en todo el año, y tiene que ser uno de ellos¡). Inutil ir al Prado: los Martes es día de descanso de los Museos (me llega el recuerdo tipo flash de la juventud: la revista de novedades del Louvre se llamaba "Sauf Mardí", 'excepto Martes'. Los Martes cierran todos los Museos). Se chafó el regalo para la Nochevieja. Regreso a la oficina cabreado. La gestión en la planta de Dirección era una chorrada que podría haber esperado...
Bueno, se la regalaré por Reyes.
Este fin de semana, ella ejerce a rajatabla el preacuerdo de separación: la segunda mitad de vacaciones los chicos 'son' para mí. Eso complica la movilidad, teniendo en cuenta que vivimos (bueno, ella y los niños...) en las afueras de Madrid. Decido ir el Domingo por la mañana con ellos: les doy una vuelta por la planta baja, vemos las Meninas y con la complicidad del mayor distraemos al peque -que aun no está en la pomada de esto de los Reyes- y me acerco a la tienda del museo. Hecho.
Doy una vuelta por delante del Museo mientras busco sitio para aparcar: una cola impresionante para ver la exposión de Manet y algo mas discreta para entrar al Museo. Cuando voy por Moyano, ella llama al teléfono. Desconcertada (y algo mas) porque no había previsto que no estuvieramos en casa; ha venido con su familia que se va de viaje de vuelta despues de pasar juntos la Nochevieja y quieren despedirse de los niños. Sin haber bajado del coche, vuelta a casa.
Lunes 5, última oportunidad. Después de dejar la compra hecha para la semana y organizada la comida, vuelvo solo al Reina Sofía. Hay cola para entrar, pero como voy a la tienda entro directamente. !Que te lo has creido¡ Una señorita uniformada y con aparato de ortodoncia me obliga a hacer la cola, impasible a mis explicaciones desde el otro lado del cristal. Son las 12 y media; antes de las cuatro tengo que estar en casa para acompañarla a ella con el pequeño al dentista. 10 minutos de cola. Justo al llegar otra vez a la puerta de cristal la cancerbera de la ortodoncia es sustituida por otra, mas laxa: un sujeto en mis mismas circunstancias de hace 10 minutos es autorizado a hacer lo que yo no pude. Bueno, llego a la tienda y no venden mas que los productos del propio Reina Sofía. Si tuviera otro carácter pediría ver al Director Comercial del Museo para explicarle su nefasta política comercial, que le lleva a malgastar espacio de tienda en un sitio carísmo de Madrid en exponer artículos gilipoyas que no comprarán ni los turistas japoneses, en vez de vender unas bonitas camisetas del Prado que le quitarían de las manos...
10 minutos de paseo hasta el Prado. Al llegar no hay cola. No hay nadie. La puerta cerrada. LUNES CERRADO (y ademas, este Museo estuvo abierto el día 31 de Diciembre por la mañana)
Reconozco que debe tener su lógica. Prado los Lunes, Reina Sofía los Martes. Asi no se pierden turistas. Pero llamaría a los Directores de ambos museos para que pusieran unos bonitos carteles: "El día de descanso semanal de este Museo, puede Ud. visitar El Prado/El reina Sofia, porque para evitar pérdida de visitas y desencantos a nuestros queridos turistas aplicamos el sistema de cierre alternativo entre ambas pinacotecas públicas".
Cabreado con la situación, conmigo, con todos; si hubiera hecho..., si hubiera sabido..., si hubiera investigado... si no hubiera pre-supuesto, si el Domingo hubiera... Lamentaciones y otra vez vuelta a encontrar actitudes propias que evidencian la responsabilidad de lo que a uno le pasa.
Y a improvisar una estrategia de regalo diferente.
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