martes, diciembre 09, 2003

La Ola

Es como ir montado en un carrusel. No en uno de caballitos, sino en ese que llaman La Ola, que a la vez que gira va subiendo y bajando.

De asistir a la expresión de su dolor (ante el que no sé qué hacer) pasamos al repaso -hiriente para mí, necesario para ella- de las incomprensiones acumuladas.

De los comentarios sobre el piso alquilado para irme a vivir, a la decisión de que es ella la que se va de casa incapaz de enfrentarse, por su situación física y anímica, a las necesidades de los niños, a los requerimientos de una casa grande como esta. De hablar sobre mi piso (que podría haber alquilado mas barato, o mas cerca de aquí, o mas lejos pero mas barato, con mas habitaciones, con nevera...) a organizar una nueva forma de repartir las camas en esta casa.

Todo es expresión de la situación por la que está pasando, en la que se juntan en el mismo momento varias circunstancias.

Una de ellas, y no sé si es la principal, tiene que ver con la aparente pérdida del apoyo que en los últimos meses le ayudó a tomar las duras decisiones que creía necesarias frente a una realidad insatisfactoria generada a lo largo de estos años con la que quería romper. Ese apoyo parece haber desaparecido, y a ello debe responder, supongo, una parte importante de la congoja y los lloros, la inseguridad sobrevenida despues de meses de entereza (incluso dureza en la aplicación quirúrgica de la dura medida elegida para dar un giro a su vida, alejándola de mi). No he sabido nada de esa relación que parece haber concluido, salvo las evidencias de su existencia: aunque ella la negó las veces que le saqué el tema, y parecía orgullosa de haber conseguido ocultarla, su continua atención al correo electrónico, al móvil, el chat delataban esa espera casi de adolecente. La misma emoción adolescente que ahora lacera la ausencia.

Y además, están las secuelas de un accidente en forma de hernia cervical, que la mantiene de baja, alejada del trabajo, dolorida e insegura en poder llevar adelante el día a día en casa, con los niños, con su trabajo -tambien con niños-, y parece que abocada a una operación.

Ni una ni otra situación ayuda a la otra o se contrarrestan, sino que ayudan a desestabilizar a cualquiera, y desconcierta a los que estamos alrededor...sin saber qué hacer o qué no hacer.