martes, diciembre 23, 2003

Peluches

Es la sensación agridulce de ver que cuanto mas asienta ella su posición, cuanto mas centra sus emociones, lo que me alegra porque la sonrisa vuelve a su cara, supone -en la misma medida- que asegura su posición con respecto a la decisión adoptada. Cuanto mas se abre su horizonte, mas se cierra la etapa que hemos vivido juntos.

Ya solo se trata de tener la paciencia del científico (prueba/error/prueba/error...) en encontrar el tono de esta nueva relación. Difícil para alguien con problemas de trato social, y que ha contribuido -mayoritariamente, digámoslo- a la herrumbre de una relación que le habría valido la pena cultivar en su estado original.

Tener tambien la capacidad de, en mitad de la batalla, sin dejar de afrontarla poderse dar cuenta de que la propia batalla no es lo importante -ni ganarla, ni perderla, ni siquiera batallarla-. Poder elevar la atención en medio del fragor e intentar comprender porqué estamos en ella, para poder asi comprender la situación de ambos 'contendientes': porqué están en ella, quien los enroló, qué agravios tratan de reparar. Difícil trabajo de estrategia para quien ni siquiera hizo -por convicción- la mili.

Y aceptar que esos peluches que hoy le han sido regalados, con los que ha llegado a casa, a los que abraza con candidez de adolescente, le abren un horizonte, le asientan en una posición que le llena, porque la sonrisa vuelve a su rostro. Difícil de aceptar? Es duro de aceptar, pero no imposible de comprender y a partir de ese sentimiento -la comprensión- poder aceptar que si realmente quieres a una persona -y no sólo a la imagen agradable que de ella nos hayamos hecho- tienes que aceptar igualmente lo que ella traiga. No se si viene a cuento ahora, pero me acuerdo en este instante de la canción de Pablo Milanés que dice "no pregunté te quedarás, temo mucho la respuesta de un jamas; la prefiero compartida antes que vaciar mi vida..." .

Urge encontrar el tono de esta nueva relación, para poder seguir viviendo -al menos- en su estela.