jueves, octubre 09, 2003

9 de Octubre. Hoy lo he visto claro

Ya sólo despierto odio. Tendría que dejarlo, irme, salir de casa.

Hace poco mas de dos meses, cuando empezamos (empezó) a hablar de esto se me planteaba un horizonte extraño, diferente a lo que había vivido hasta entonces. Pero un horizonte, una posibilidad de que el trato diario fuera dando paso a otra forma de cariño, ya no el de la pareja compenetrada, ni el del enamoramiento, pero si un cariño de amigo/a con el que se han compartido tantas cosas.

Ella misma me reconoció hace dos días que desde esas primeras intenciones está recorriendo un camino diferente. Ella no lo ha dicho con estas palabras, pero esto es lo que está ocurriendo: una vez abierta la espita, planteada la separación (aunque con intencion de seguir viviendo los dos en la misma casa), le está saliendo a borbotones todo lo que ella ha vivido como negativo estos años.

Sin que yo haya hecho estas semanas nada mas (mas de lo que ya le haya podido hacer) ese sentimiento que no era de animadversión total, se ha convertido en ... -no quiero escribirlo otra vez-. Las ganas de que llegue el fin de semana para que uno de los dos se vaya de casa y no tener que verme... Y otras cosas, como su frialdad a la hora de llevar la negociacion de los dineros, los niños, la casa, la hipoteca, el coche, cuando ella no había sido nunca así ni con el peor de sus enemigos.

Y lo peor es que ese líquido a presión que se le escapa por esa espita abierta, es negro, viscoso, cruel, injusto con el pasado al que está manchando: la reinterpretación de todo lo que se ha hecho, vivido, padecido, sufrido, disfrutado, hecha a la luz negra de estos sentimientos presentes solo genera monstruos negros, fantasmas,

No quiero que el final de mi vida con ella sea asi. Tal vez sea esta una curva descendente y a la vuelta de la esquina esté el retorno, la subida. Pero no puedo permitirme ahora el lujo de vivir de engaños, mentiras autocomplacientes.

Esto se ha acabado por ahora, lo que queda es degradación de una historia que se merece que no la reescriban.

Me va a costar mucho. Pero hay que ser valiente hasta para salir de la trinchera sin fusil en la mano a esperar el último tiro, o la salvación.